Lo siento amor:
Se me estremece el alma cuando te
veo llorar ante el espejo mientras recorres tus manchas con mirada de
desaprobación y rabia, cuando me dices que tienes pesadillas con que aparecen
en tu hermoso rostro. El rostro que yo recorrería con tantos besos hasta desgastarlo
para que sólo te preocupes de llevar mis besos por bandera y tu sonrisa como
único maquillaje.
Siento que no te des cuenta que
cada lágrima que derramas por esto, es una lágrima malgastada que intento
cambiar por la más hermosa de tus sonrisas, sin cesar en mi torpe empeño de
hacerte sonreír hasta que tu risa
retumbe en mis oídos sin parar, curándote el alma en cada despertar.
Ni un segundo más para ocultarte,
para maquillarte o para no verlas o mostrarlas, ni un segundo más de soledad,
incomprensión, odio y reproches. Ni un segundo de dolor…
Puedes transformarlo todo y
siento, al verte llorar, que quizás no te
he enseñado de la forma en que debería haberte enseñado, que la
trascendencia de la vida es lo efímero de nuestra existencia y que lo que
hacemos con ella puede determinar que apreciemos el sol que se nos regala cada
amanecer, para nunca mirar atrás con la sensación de no haberlo sabido valorar.
Te escribo estas líneas para
pedirte perdón por no haberte sabido enseñar
lo suficiente para que ante el vitíligo y las diferencias en tu piel no
reacciones con dolor y tristeza, volcando toda tu energía en lo que no funciona
o no puedes controlar en lugar de transformarlo en algo maravilloso, capaz de
hacerte comprender lo afortunada que eres en realidad, lo hermoso que puede
resultar lo que te diferencia del resto, pero sobre todo, lo que puedes hacer
con ello.
Ojalá, cielo mío, lo más difícil
con lo que te encontrases en esta vida fuese con esas manchas que hoy te
obsesionan y que no las has sabido ver, desde el principio, como las veo yo.
Toda diferencia es hermosa y puede enseñarle al mundo que todo estereotipo
puede destruirse, que la naturaleza en sí es diversidad, que una mariposa, con
sus manchas simétricas y sus múltiples colores, es de los animales más hermosos
que existen.
Siento que centres tu atención en
llorar en lugar, como te digo, transformarlo todo para que sientas que el
vitíligo llegó a tu vida para que aprendieses a relativizar lo verdaderamente
importante en este mundo de locos que avanza apresurado hacia ningún destino y
que no se detiene, si quiera, a respirar.
Por eso tesoro, te propongo un
juego: por cada nueva mancha, un nombre. Cada mancha debe evocarte una sonrisa
de alguien que encontrarás en tu piel para recordarte que todo lo malo
puede transformarse y, sobre todo, puede
transformarte.
El juego es fácil: por cada
mancha debes ayudar a una persona distinta hasta hacerla sonreír: ya sea un
compañero de clase, cualquier persona desconocida que veas sufrir o alguien
cercano. Transforma cada lágrima como yo intento transformar tu sufrimiento. Y
es que no importa tesoro, que no importa nada que el cuerpo entero se
transforme, que surjan de la noche a la mañana, que salgan como salgan, se
manifiesten como se manifiesten, tú le darás un sentido.
De repente, si dejas de contar
tus manchas todos los días y sales a ayudar, sólo con levantar la cabeza y
mirar, te darás cuenta de lo afortunada que eras y de lo afortunada que eres,
antes y después de que el vitíligo decidiese despigmentarte la piel a su antojo
sin más trascendencia que lo que puedas sacar bueno de ello y todo lo que
puedas cambiar en ti y en los demás.
Y si encuentras a alguien como tú
tesoro, sabrán que no deben tener miedo de enseñar al mundo lo que no
comprenden y lo que te intento enseñar a utilizar. Acaríciate cada mancha sin
temor, informa a todos acariciando otras manchas de que no se contagia y que
deben conocer esta enfermedad en la que la ignorancia de la misma, puede llegar
a ser más cruel que ninguno de sus efectos.
Ojalá comprendas el sentido de
estas líneas y mi empeño absoluto en que siempre puedas encontrar el sentido
hermoso de todo, aunque no encuentres explicación o aunque te sientas perdido,
no estás sólo y lo comprenderás cuando seas capaz de levantar la mirada hacia
delante y, sobre todo, hacia los demás.
Te
quiero seas quién seas y seas como seas
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